Para empezar, la legionella es una bacteria que habita en el ambiente y que, en contacto con personas inmunes, puede producir una enfermedad denominada neumonía por legionella. Esta bacteria, si se dan las condiciones  adecuadas, puede multiplicarse en los circuitos de agua caliente alojados en edificios y, si se inhala, puede producir enfermedades en personas susceptibles. 

 

Como ya hemos apuntado el contagio se produce cuando la bacteria de la legionella se transmite al ser humano por inhalación del vapor del agua caliente de baños  o duchas cuando la bacteria se encuentra en ellos en concentraciones relativamente altas. La mayoría de los casos se producen en personas con factores de riesgo, como por ejemplo ser mayor de 50 años, tener enfermedades del pulmón o del sistema inmunológico, tomar medicamentos que afecten al sistema inmunológico, tener problemas de alcoholismo, fumar tabaco…

 

La bacteria de la legionella es peligrosa porque puede causar una enfermedad grave llamada legionelosis. La legionelosis es una enfermedad muy grave y potencialmente mortal cuyos síntomas incluyen fiebre, tos y dificultad para respirar. Como ya hemos apuntado esta enfermedad puede ser fatal en las personas con un sistema inmunológico debilitado, de hecho el índice de mortalidad se mueve en valores del 5 al 30%.

 

Pero  ¿cómo se  puede detectar la legionella? Fácil, mediante análisis específicos del agua. Estos análisis conviene repetirlos con periodicidad, ya que la concentración de la bacteria puede variar en el tiempo. ¿Y qué pasa una vez detectada la legionella? Es posible eliminarla mediante tratamientos térmicos específicos. Además, los circuitos de agua que puedan ser utilizados para la alimentación de consumos de agua caliente en edificios, deben ser analizados por laboratorios autorizados certificados por la administración competente para llevar a cabo los análisis específicos de la legionella.